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lunes, 28 de mayo de 2012

Cusco - Cochabamba



Que los incas fueron monoteístas -una religión, muchos dioses-;  o que fue el sida el que los aniquiló son algunas de las enseñanzas de los guías en Cusco. Pero no importa, los caminos que llevan hasta Machu Pichu, sus escaleras, las salineras (que funcionan hasta hoy) o los sitios de experimentos agrícolas son suficientes para entender -aunque sea en parte- el pasado del Perú.




Salineras cerca de Maras

Cuzco







Moray








Comunidad tejedoras de Chinchero






Nosotros llegamos a Machu Pichu caminando por la selva con un guía y un grupo de gringos (mala sorpresa, pero por suerte eran todos muy buena onda - Rescatable un holandes que no dejaba de fumar, un ingles -joel- que diferia del clasico lord y el guia que manejaba un ingles rupestre-). Además de la ciudad en sí, son muy lindos los alrededores: la tremeda cantidad de cerros que alguna vez fueron terrazas de cultivo desde la cumbre a la base. Fueron duros los 1001 escalones a Macchu Picchu luego de caminar por varios dias, pero la ciudad perdida no solo nos entrego ruinas, si no tambien una pareja de colombianos que venian viajando  siguiendo los pasos de Simón Bolívar. Con un megáfono leían poemas escritos por ellos mimos  - dignos de un Nobel - mientras avanzaban en su auto. Vestían de lino blanco, descalzos y años antes habían celebrado su matrimonio en un burdel.  




 
"The only Bar" Santa Maria
Ladronzuelo de Camaras



Sucesor ilustre de Simon Bolivar
             















































Al volver a Cusco después de varios días en sus alrededores, el Bonga estaba intacto. Lo habíamos dejado estacionado en la calle, una cuadra más arriba de la plaza de armas, lugar que descubrimos gracias a un camper argentino que llevaba dos semanas estacionado ahí,  secreto que compartimos con otro grupo de argentinos -unos músicos- que venian viajando en "La Gorda" ( Version gringa del Bonga de origen mexicano y con un extraño motor de hidrógeno que  reducía el exagerado consumo de nafta del motor V8) desde Mexico.












































Los últimos días nos topamos con Ignacio Galinovic y la Pollo Lizana, amigos chilenos que nos acompañaron de bar en bar (el primer trago es gratis, lo que te obliga a moverte).































Cosqo o Cuzco es una ciudad que alberga una gran poblacion de gringos y demases turistas en busca de la experiencia sudamericana. Mientras en la plaza de armas repletan todas las tardes el starbucks en busca de un pedacito de su hogar, por las noches en las discotecas y bares suena a todo ritmo los éxitos de moda en Europa. Pero fuera del "casco histórico" existe una  inmensa
ciudad que poco aparece en la Lonely Planet.
Aunque fue duro, al final dejamos Cuzco para partir a Puno, a orillas del Titicaca y a unos cuatro mil metros de altura. O sea, a morirnos de frío. Pero no importa, porque nos encantaron las Islas de Los Uros: ellos mismos las construyen con las raíces y las hojas de la totora (que es algo así como la paja). Son islas que no miden más de cuatro metros de profundidad, asi es que flotan y tienen que estar amarradas al fondo del lago para no irse flotando hasta el lado boliviano del Titicaca. Desgraciadamente al regresar a Puno nos dimos cuenta que el bote en el que fuimos había estafado a la comunidad de los Uros, no pagando la mitad de las entradas. Para quienes vayan, por favor exijan el pago de ésta. 
Islas de los Uros
Armamento boliviano en las Islas de los Uros

































Tuvimos la suerte de que un restoran en Puno nos lavara los platos y ollas sucias (o sea todo) a cambio de atender por un ratito la clientela. Puno fue la última etapa de las bondades culinarias del Perú, deberíamos olvidar los lomos saltados, ajies de gallina y demases. El último almuerzo  -entrada, plato de fondo y refresco- estuvo sublime-. La cuenta: 3.5 soles por ambos (unos 700 pesos). 



Au revoir Perú
Y el día 18 de Mayo, a un mes de dejar Santiago, decidimos saltar a Bolivia partiendo por Copacabana, el balneario del país. Este lado del Titicaca es mucho más limpio que el peruano  y el sol se esconde justo en el horizonte del lago, como en el mar chileno, lo que sumado a la transparencia del liviano aire daba como resultado los atardeceres más lindos del viaje. Dormimos cerca del pueblo, a la orilla del agua, debajo de árboles grandes y mantuvimos una fogata prendida casi todo el tiempo, donde junto a una pareja de argentinos que están en lo mismo que nosotros cebamos unos mates, comimos tortas fritas y compartimos muchas historias durante los días que estuvimos.



Ferry boliviano entre Copacabana y la Paz
Vista desde Copacabana























Aquí en Bolivia entró en vigencia hace cinco meses una ley que ya no permite vender petróleo o bencina a extranjeros al precio normal (que aquí son unos 300 pesos chilenos), sino que se les debe cobrar un "precio internacional" que es el triple de caro. Y lo peor es que casi ninguna bomba (surtidores les dicen acá) tiene boletas para extranjeros y simplemente no venden. Hemos hecho todo tipo de trucos: entrar a comprar con bidones, ponernos donde las cámaras de vigilancia no llegan, e incluso comprar en el mercado negro diesel de dudosa calidad en botellas plásticas, pero en resumen, como es de suponer lo que mejor funciona siempre es el incentivo bien puesto... coimear al bencinero.
Pero la mejor de todas fue llegando a La Paz desde Copacabana: Un policía del que nos hicimos amigos (gracias a que Chago es bombero en Santiago, según lo que él mismo andaba cuentiando) obligó a gritos que nos echaran petróleo a precio boliviano. Él mismo puso su patente en la boleta y todo. Así es la ley en Bolivia, always surprising.

Entrada oficial de la Paz


Bajando a Coroico
Ortografía Boliviana














Aunque nos fue bien con el petróleo, La Paz nos mostró sus tremendos tacos y sus construcciones todas de color ladrillo, en un lugar donde la tierra es de ese mismo color. Escapamos. Y nos fuimos a Coroico, a bañarnos en sus cascadas, a comer de sus frutas y ver cholitas de raza negra. Nos quedamos dos días, uno en las afueras y otro en la ciudad misma. En la plaza, un niño se paseaba con un mono en la cabeza mientras gringos llegaban en sus bicis de la NASA desde la Paz, luego de haber sobrevivido a "la carretera más peligrosa del mundo".

Doloroso fue tener que volver a subir desde Coroico a la Paz - mas de 3.000 mts de diferencia de altura, por infames caminos - ya que el camino que une Cochabamba con Coroico al parecer no era apto para Bongas. En Coroico recibimos un mensaje del Mati Vial que contaba que se casaban con la Kiki -Felicitaciones cabros-.
Y ahora estamos en Cochabamba. Es nuestro tercer día aquí. Estamos instalados en un estacionamiento pagado (lo que no quiere decir que estemos pagando) donde el dueño nos ha acogido de lo mas bien. También el lugar: estamos justo debajo de un árbol de chirimoyas, asi es que tenemos la guata bien llena. Fue muy agradable dejar por fin las alturas, las cuales casi desde Colchane nos venían persiguiendo. Cochabamba es una ciudad bastante más ordenada y limpia que lo que habíamos conocido de Bolivia, y fue aqui donde conocimos a la "roba cholitas" nuestra nueva compañera de viajes. Fue amor a primera vista, por lo cual decidio dar una vuelta por América con nosotros.



Roba Cholitas

Más Fotos:
En alguna parte entre Santa Maria y Santa Teresa, camino a Macchu Picchu.

Caminos del Inca, en ruta a Macchu Picchu, Yo con Aimy y Christian, dos ingleses. 

Algun accipiter que no se el nombre

Cuenca del río Urubamba


Cruzando el Urubamba
Perú Rail
¿Zons?

Poque foto


Adios barba

Hola bigote
Quinoa lista para la cosecha, en Bolivia camino a Cochabamba.






Todas las fotos de este blog fueron tomadas por nosotros, cortesia de Teresita Montes y Kiko Aviles.














miércoles, 9 de mayo de 2012

Santiago - Cuzco

Hoy 9 de Mayo escribimos desde un café (gracias por el wi-fi gratis) en Cuzco, pero les contaremos algo de lo que hemos vivido hasta ahora:

Salimos desde Santiago el 17 de Abril, nuestra primera parada fue Totoralillo, una playa que parece caribe hasta que tocas el agua, te congelas y te acuerdas que estás en Chile.






 En la Serena fuimos donde la familia Lavín Izquierdo, los primeros -de muchos- que nos han acompañado en esta travesía. Fuimos recibidos con unas deliciosas pizzas preparadas por toda la familia. (Muchas gracias!)



  

Juan, el único habitante de caleta Apolillado -a unos km de Punta de Lobos- nos regaló un tremendo erizo (cada lengua del largo de mi mano). Santiago es alérgico y yo, mañosa. las lenguas están debajo de una piedra de la caleta. Un pecado culinario, lo sabemos. Ademas capturamos los primeros cuatro pescados del viaje.




Seguimos costeando rumbo al norte, entre playas, personajes y pescados -en Pan de Azúcar tuvimos seis para el almuerzo-. 









Ya en Iquique, donde pasamos un par de días donde los Videla mientras el Bonga era victima de modificaciones estéticas y funcionales,  decidimos subir. Primero al valle de Quisma, a la casa de Pedro Videla, donde nos recibieron con pato asado, leche de mango y jugo de tangelos. 




















Y después seguimos hasta la frontera con Bolivia donde nos esperaban dos amigos, Francisco y Natalia, que viven en Colchane, un pueblito altiplánico vecino de termas naturales, pueblos abandonados, aymaras, flamencos, vicuñas, alpacos y llamos (en masculino, porque es un pueblo machista). 
Para llegar a Colchane se debe pasar a 4500 msnm.....Grande Bonga!!! Fuiste lento, pero seguro. 






De Arica saltamos a nuestro primer destino internacional, Tacna. Seguimos la carretera por la costa del mar, donde viven chacreros con sus ovejas y plantaciones de ají que, después de cosechados, alfombran las orillas del camino. El sol de la tarde aquí es impresionantemente anaranjado. Después de una noche en Ilo -un puerto tipo San Antonio, donde fuimos recibidos por una cariñosa pareja de chefs, quienes nos atendieron como reyes- decidimos decir adiós a las playas y nos fuimos para Arequipa, pasando por un pueblo al borde de un río donde hasta las bermas de la calle estaban sembradas, Cocachacra. Y así, llegamos a la segunda ciudad mas importante del Perú, Arequipa.


 En Arequipa, además del clásico tour por el monasterio de Santa Catalina y otras antiguedades, fuimos a unas peleas de gallos. Era en las afueras, algo así como Pirque o Buin, y se hacían en una especie de coliseo -más chico, obviamente-. El restorán donde comimos ese día tenía vista a las plantaciones y un menú típico, con música en vivo de fondo. Al parecer, nunca habían recibido turistas porque nos mandaron saludos y se despidieron de nosotros por micrófono.


En Juliaca -un pueblo entre Arequipa y Cusco- parece que tampoco son comunes los turistas porque la gente del pollo a las brasas -acá les dicen pollerías y hay miles- nos sacaban fotos a nosotros dos y a nuestros amigos irlandeses que compartieron esta ruta a bordo de Bongalette.


Y ahora estamos en Cusco. Y nos hemos dado cuenta que no existen los grandes cambios. Cuando vas por tierra, las diferencias en los paisajes, los modos, el clima o las comidas son casi imperceptibles entre un día y otro. Entre un kilómetro y otro. Esa sensación de forastero al bajarse de un avión -que puede gustarte o no- ya no existe. Y aunque no conozcas a nadie o veas sólo cosas nuevas, llegas a dormir a tu casa. Eso es viajar en bongalette: es pasear sin sentirte lejos, es apropiarte de cada espacio. Es convertir cada lugar en tu hogar.




Más fotos: