Translate - Tradúzcalo - Traduisez - Traduzi-lo

domingo, 28 de octubre de 2012

Lo ultimo de Brasil:
Praia da Pipa - Oiapoque


Vista desde nuestro spot en Praia da Pipa.

Praia da Pipa, Brasil.

Canoa Quebrada es un balneario taquillero del nordeste brasilero. Apenas llegamos se nos acerca el doble del Negro Piñera en moto. Era chileno. Nos quedamos en su sitio, junto a Zoiño, de unos sesenta años, pelo largo y amante del reggae. Ahí conocimos a muchos, casi todos artesanos y extranjeros que llegaron aquí cuando esto era un pueblo de hippies.

Zoiño justo estaba empezando su negocio: Un puesto en la carretera con cocos helados. Al principio no le fue muy bien, pero después le recomendaron poner un cartel afuera (es dificil que la gente pudiera adivinar que ahí vendían cocos) y consiguió sus primeros tres clientes en un solo día! Sólo falta alguna silla o una mesa para atender a los clientes y, quizás, bajar los precios porque el coco está al doble que los de la playa misma...

Zoiño, Beto Chileno (el doble del negro Piñera) y sus amigos practican la doctrina del Santo Daime. Todos los 15 y 30 de cada mes se juntan a tomar ayahuasca y meditar. Es una doctrina eclectica, que aunque mayoritariamente cristiana tiene algunas peculiaridades: Creen entre otras cosas en la existencia de la Familia Atlantis, que modificó genéticamente al mundo entero para que no pudiéramos comunicarnos por telepatía. Tampoco toman agua de la llave porque los Atlantis atontan a la población con exceso de fluor. Y también creen que Obama, Bush y Clinton tienen el mismo ADN.

Todos ahí son muy amistosos, fuimos a la playa del reggae, a comer azaí, a recolectar castañas de cajú, cocinamos chapatís y guacamole. También trataron de enseñarnos a hacer artesanías para que nos ganáramos unos pesos. Pero en menos de media hora de clases rompimos cuatros sierras... reprobamos el curso de trabajo en coco.

El sitio donde dormimos estaba lejos del mar, pero tenía buenos árboles con sombra para tirar las hamacas y estábamos muy bien acompañados. Hippie, una perrita rubia, durmió en la puerta del auto todos los días. Y en la mañana, llegaba una familia de monos a jugar con el parabrisas del auto, usándolo como resbalín.

Levantense! queremos bananas.
Canoa Quebrada,Brasil.

Tostando castañas de Cajú.
Canoa Quebrada, Brasil.

Zoinho, en busca de materiales (al ritmo de alguno de los Marley) .
Canoa Quebrada
  
Nuestro aporte al negocio, esta revolucionaria idea dispararia al infinito las ventas.

De ahí partimos a Jericoacoara, pasando por Fortaleza a comprar todo lo necesario para celebrar el 18 de Septiembre.

Llegamos a Jeri en nuestro propio auto. Toda una hazaña. Atravesamos más de 20 kilómetros de dunas con un tipo al que le pagamos y que conocía todas las pasadas. Una vez ahí, nos instalamos en la calle principal y prendimos parrilla. Choripanes, carne, ensalada chilena. Sólo nos faltó el pisco.

Apenas habiamos terminado el asado cuando un buggy se nos acerca, era Christian, un chileno que trabajaba como instructor de kite (pero que vivia hace 20 años en Italia), su polola -una italiana, otra razon que explica el mal español de Christian- y una chica chilena que estaba tomando clases. Ellos nos presentaron a mucha gente en Jeri, y nos explicaron como funcionan las cosas en esta taquillera aldea global. Acá vive gente de todo el mundo, pero cuando se trata de trabajar son solo los locales quienes pueden ser instructores de kite o de winsurf, para los gringos esta vetado ¿y el Christian?...bueno tuvo que aprender moai tai. Aparte de esos roces en Jeri reina la paz, en sus calles de arena se pueden encontrar algunos de los mejores restaurantes que vimos en todo Brasil, bares, carritos que venden tragos todo el dia y toda la noche, tiendas, artesanos, ferreterias, escuelas de kite, etc... y pareciera que todo encaja en este lindo pueblo. Por el dia el pueblo se traslada hacia los spots de windsurf o de kite, en las tardes todos suben a la hermosa duna "por do sol" a ver la puesta de sol y al descender en la playa comienzan a formarse las rodas de capoeira que entre tambores y picadas del birimbao acompañan a quienes "bailan" en esta magica arte marcial. De todas las rodas que vimos las de Jeri serian las mejores. Por las noches las calles del pueblo (que durante el dia estan desiertas) se llenan de vida y los carritos de trago parecen multiplicarse al igual que la diversidad de combinados que en ellos venden. Conocimos mucha gente que vivia ahi, y al parecer por dos razones: el viento y la tranquilidad. tiene una playa preciosa, grande y con el viento preciso para practicar windsurf o kitesurf. Si nos preguntan en cual de lugares que conocimos viviriamos, sin duda Jeri seria uno .

Para salir de jericoacora nos tiramos a choros. No quisimos pagar guía y juramos haber recordado por dónde ir. Gran error. Quedamos pegados a 50 cm del mar. Por suerte, la marea estaba empezando a bajar. Nos tiró un jeep y al final llegamos sin problemas. Pero el susto que pasamos no valió el ahorro.

Antes de volver a la carretera pasamos por Lagoa Azul, a una media hora de Jeri. Les dejamos un par de fotos que hablan por sí solas:



18 de Septiembre, ramada "La Bonga"
Playa de Jericocoara

Zona dde Windsurf, Jeri.

Jericoacoara, al fondo Por do Sol

Jericoacoara

Atardecer en Jeri

Se fue el sol y el viento, vuelta a casa y tomarse un combinado.

Adios Jeri


Estos son los caminos que llevan a Jericoacoara... Solido Bonga!


Lagoa Azul, nuestra ultima parada antes de dejar Jeri, para botar el stress.

Y de ahí partiríamos a Barrerinhas. ¿Qué camino elegir? 700 kilómetros de carretera o 100 de camino de tierra? Nos inclinamos por los 100. Lástima que no fuera tierra, si no arena. Cuando ya íbamos en la mitad del camino la gente empezó a decirnos que volviéramos porque el auto no llegaba hasta Barrerinhas, pero... ¿podía volver? No, no podía ser peor pensamos. Y nos equivocamos. Kilómetros de arena suelta, 40 grados de calor, en la mitad de la nada. Sí era un lugar muy bonito y aparecían, de vez en cuando, un par de casitas donde vivía gente súper aislada de todo. Una familia nos invitó a unas cervezas. Ellos habían ido una vez en la vida fuera de ahí, justamente a Barrerinhas.

Y ya el último tercio fue empujar y empujar. Tanto, que hubo desmayo y todo. Pero ¡grande Bonga no falla! se la pudo con los 100 km de arena (en bastaaantes horas, pero son detalles). Cuando faltaban unos 4 kilómetros para llegar a la carretera paramos a echar aire a las ruedas con el compresor. Pero el auto no volvió a partir. Ahí nos sentamos a esperar por horas. Se hizo de noche y entró una cucaracha voladora a la casa que nos hizo pasar un buen susto (sí, no solo son gigantes sino que además vuelan las muy chanchas). Hasta que por fin pasó alguien. Y justo era EL mecánico de Barrerinhas. Era un problema eléctrico que resolvió en cinco minutos y ya. Qué día.

De Barrerinhas nos fuimos en un jeep al parque Lencois Maranheneses, unas dunas infinitas blancas como la sal. El jeep lo compartimos con una particular familia rusa que llevaba al patriarca vestido de pantalón de tela, camiseta blanca manga larga, suspensores rojos, humita y un pañuelo en la cabeza. El parque muy bonito, y entre las dunas aparecían lagunas azules, cafés y verdes.
También de Barrerinhas tomamos un bote y tomamos río arriba hasta el mar. Ahí hay otras dunas, los pequeños Lencois, también bien bonitos.

Relajandose camino a los pequeños Lencois

Parque Nacional Lencois Maranhenses, esta es la epoca seca, pero normalmente esas manchas son lagunas de diferentes colores. Cuando estuvimos nosotros solo quedaba una con agua en la cual chapotiamos.

Barrerinhas

Al fondo se ve la punta de los pequeños Lencois, aqui seria lo ultimo que veriamos del mar en Brasil.

Atajos hacia los pequeños Lencois.


San Luis es una ciudad antigua, como Salvador. Ese fue nuestro siguiente destino. Recorrimos el centro histórico y el mercado, donde habían cosas muy ricas pero preparadas sólo para valientes.

De ahí manejamos hasta Belem, ciudad a los pies del Amazonas que debíamos cruzar para seguir al norte. Lamentablemente, no pudimos conocer mucho ahí porque el bote que conseguimos salía el mismo día y era considerablemente más barato que las demás opciones. Además, nos llevaba gratis a los dos, como si fuéramos parte de la tripulación en un bote de carga que no acepta pasajeros. En vez de 24 se demoraría 44 horas, pero todas las comidas venían incluidas... lamentablemente. Casi una semana estuvimos enfermos de la guata después de este all inclusive.

Esas 44 horas pasaron particularmente lento. Dormimos en una terraza con todo el resto de la tripulación que, a juzgar por su actuar, no están acostumbrados a ver mujeres. La segunda noche, en medio de una tormenta, gran parte de la carga cayó al río. El mismo capitán en calzoncillos tuvo que tirarse al agua a recogerla y pedir ayuda a los demás botes que iban pasando (aunque algunos se robaban las cosas¡!).

Pero lo importante fue lo lindo del camino. Cruzar el Amazonas a lo ancho (probablemente en el punto mas ancho), entre islas que iban apareciendo y que ensanchaban o achicaban nuestro camino. Vimos casas de madera donde viven indígenas que se acercan a saludar en sus canoas, o a vender alguna cosa, o a pedir. Precioso.

Amazonas

Amazonas

Se acerca la tormenta en el Amazonas.

Atardecer en el Amazonas
 
Al otro lado del amazonas está Macapá. Ahí nos esperaba Cleber Barbosa, un jeepero al que habíamos escrito un par de semanas antes de partir para preguntar por el estado de la ruta. Ahí nos contó que tenía un programa de radio y nos pidió una entrevista.

Y ahí estábamos, al día siguiente de nuestra llegada en vivo por la radio fm de Macapá. Ensayando el portugués aprendido. Pero qué sorpresa ahí mismo en el programa cuando nos pasan el diario del día y vemos una foto nuestra, sí nosotros!, a media página. Anunciaban nuestra llegada, al parecer todo un acontecimiento para este estado de Brasil al que sólo se puede llegar cruzando el Amazonas o viniendo de Guyana Francesa.

Después de esto nos llovieron las invitaciones. Partimos con un día en Lancha, tomando cachaza y cerveza y conociendo las islas de alrededor. Seguimos con un almuerzo tradicional, con camarones, filorte (un pescado, no un mojon de este porte) y helados de todos los sabores.

Al día siguiente... de nuevo estábamos en el diario

Y las personas de allá, todas increíbles. Nos llevaron a un kilombo, un lugar que fue el refugio de los esclavos escapados y que hoy es un pueblo sólo de negros. También fuimos al cumpleaños de un jeepero con música en vivo, parrillas llenas todo el día y trago a destajo. Ahí el público pidió retratarse con nosotros como homenaje.

Antes de partir fuimos a comprar un par de repuestos, un ventilador y revisar si es que el aire acondicionado tenía solución. Pero todo fue gratis, y para agradecer pegamos una calcomanía del benefactor en el Bonga. Portela (el que nos regaló las cosas) y su amigo John Lennon (así se llama) nos invitaron a un río cerca de ahí a bañarnos, hacer un asado y dormir en hamacas en un lugar precioso, lleno de tortugas. Y así nos despedimos de Macapá.

Y tomamos el camino hasta Guyana Francesa. Con una naturaleza increíble y con un par de casas de madera a la orilla del camino. En algunas, había mujeres indígenas sin polera ni nada arriba. A la vieja usanza.

Después de 500 kilómetros llegamos a Oiaipoque, separado de Guayana Francesa por un río no muy grande. Ahí pasamos la noche, nos comimos nuestra última hamburguesa brasilera (última de muchas, miles) y nos embarcamos en un bote rumbo a Francia.

"Bueno Cleber, dejame decirte un par de cosas sobre las conjeturas macroeconomicas de los paises en la UE, y su relacion con el aumento que observamos en los mercados de New York "

Aunque no lo crean, si se puede parar un huevo en la linea del Ecuador.

Amazonas desde el malecon de Macapá

Cumpleaños de uno de los jeeperos de Macapá

Bonga SuperStar

El puente que une  Brasil y Guyana Francesa esta listo, pero aun no ha sido abierto en el lado brasilero. Misteriosamente el dueño de los ferries que cruzan el rio es el principal activista del actual prefecto.

Bonjour Le France